Bullying en la adolescencia

El bullying en la adolescencia comparte algunas similitudes con el bullying en los niños, sin embargo, tiene otras características que requieren ser comprendidas para poder abordarlo de una mejor manera y ayudar a todos quienes participan en esta dinámica.

Diferentes estudios alrededor del mundo han demostrado que hacer bullying aumenta la popularidad de los estudiantes de secundaria. Lo que provoca que una gran cantidad de adolescentes se cuenten entre quienes han sufrido bullying ya sea en la escuela o en línea.[i]

Hay que poder diferenciar entre molestar y hacer bullying. Molestar de forma divertida, en broma (ambas partes genuinamente se ríen) y sin querer lastimar o menospreciar al otro es una práctica no solo común entre adolescentes y adultos sino incluso sana, pues ayuda a poder reírse de uno mismo, a no tomarse las cosas demasiado en serio e incluso a generar acercamiento y una base tanto para el juego como para la química entre amigos y pareja. Más aún, la capacidad de podernos reír de nosotros mismos refleja una buena autoestima. De hecho, es común que sobre todo durante la adolescencia inicial y media, entre hombres, quienes son buenos amigos se molesten incluso con fuertes contactos físicos. Suelen hacerlo sólo entre amigos y es una muestra de la amistad que los une. Durante esta etapa, los varones suelen hacerles bromas  a las niñas que son sus amigas, sin ninguna mala intención, sino de forma divertida, ambas partes lo disfrutan y aumenta la intimidad entre amigos.

Sin embargo, cuando este “molestar” no es en un contexto amigable y en una sana relación, estamos hablando de bullying que se caracteriza por devaluar, humillar, faltar al respeto tanto por el tono usado como por el contenido; hostigamiento que no es bienvenido y que continúa a pesar de que el agredido pide que pare; involucrar a más personas para que hablen a espaldas de la persona agredida o se pongan en contra de ella; poner apodos que impliquen odio o desagrado; necesidad de humillar públicamente, controlar o dominar a la víctima.

 El bullying implica desvirtuar la verdad de forma maliciosa con el propósito de dañar la reputación del agredido o aislarlo.[i]

Por otro lado, es importante señalar que, así como ocurre entre adultos, ni los niños ni los adolescentes tienen que llevarse bien con todos, no todo mundo les caerá bien ni ellos caerán bien a todos, es absolutamente normal. Se trata de enseñarles a respetar y que sepan que el que alguien no les caiga bien no les da derecho a molestarlo y mucho menos a hacerle bullying. Sin embargo, que alguien no les caiga bien y quizá no lo acepten en su grupo de amigos no quiere decir que le están haciendo bulluying. Si lo agreden o humillan de forma pública o privada para manifestar que no les agrada o buscan que quede socialmente excluido no solamente de su grupo de amigos sino de cualquier otro, entonces sí se considera bullying.

Que exista conflicto entre dos adolescentes también es normal y no puede calificarse como bullying, a menos que uno de ellos utilice violencia física o verbal para que dicho conflicto se resuelva de acuerdo a lo que desea.

Se piensa que el bullying tiene que darse de forma repetida, sin embargo, entre adolescentes se considera bullying si existe la intención de dañar y si el daño hecho deja una herida profunda en la persona agredida así haya sido una agresión una sola vez.

Por el contrario de lo que se cree, el adolescente que es bully generalmente es difícil de identificar para los adultos a cargo (padres y maestros), pues una de sus características es que es muy bueno manipulando, de forma que sabe bien cómo ganarse a los adultos, la mayor parte del tiempo se comporta de forma respetuosa, amable e incluso simpática con ellos, busca parecerles “bueno”. Parece ser un adolescente que a primera vista se ve seguro de sí mismo y buen líder. Esta forma de comportarse le resulta muy útil pues le permite hacer bullying a otros porque los adultos no creen que sea capaz de hacerlo.

Esta fachada que presenta no es más que una ilusión, pues atrás de esta simulada confianza lo que hay es una autoestima frágil que busca compensar con actitudes como arrogancia, narcisismo, vanidad, o sentirse demasiado importante. Por otro lado, el falso liderazgo que parece tener es en realidad necesidad de controlar y dominar a otros.

El bully adolescente, una vez que no está bajo la mirada de los adultos buscará victimizar, humillar, atemorizar o excluir a otros. Entre las frases favoritas que utiliza están: “el mundo sería un mejor lugar si no hubieras nacido”, “la existencia de ciertas personas le quitan el oxígeno a quienes si debemos estar vivos”, etc. Tratará siempre de lastimar fuera de la vista de los adultos y si la víctima llegara a quejarse (pocas lo hacen porque -sobre todo en la adolescencia- a nadie le gusta ser chismoso y saben que todo sale peor para ellos), dichos adultos suelen confrontarlos de modo que ponen a dos adolescentes con conflicto uno frente al otro para que expliquen lo sucedido, es la palabra de uno frente a la palabra de otro, el bully sintiéndose superior y protegido por la imagen que ha dado a los adultos y el otro quizá ya sintiéndose muy disminuido.

El adolescente que es bully suele ser difícil de identificar para los adultos, pues es muy bueno manipulando, por lo que sabe bien cómo ganarse a los adultos. Cuando no está bajo la mirada de los adultos buscará victimizar, humillar, atemorizar o excluir a otros y si es confrontado negará las acusaciones, les restará importancia, cambiará el contexto, dirá que la otra persona lo está mal interpretando o justificará sus acciones.

Generalmente se saldrá con la suya, manipulará para que el adulto crea que es por falta de autoestima del otro que se siente atacado, pues otras de las características del bully, además de la manipulación son la falta de empatía e incapacidad para reconocer sus acciones y asumir consecuencias. Ante esto, es esperable que la víctima o persona blanco[i] se sienta frustrado, reaccione con enojo y desesperación lo que llevará al bully a mostrarle al adulto que la víctima actúa de forma rara por lo que él tiene razón y la víctima queda invalidada.

[i] Por persona blanco se entiende en esta dinámica a aquella que, a diferencia de la víctima, no se siente en desventaja frente al bully, no siente un desbalance en el poder, pues su seguridad y autoestima son altas. Los ataques del bully van dirigidos a ella, pero no se asume o siente como víctima.

Entre las consecuencias que esta dinámica genera podemos mencionar:

  1. El bully gana más poder y confianza cada vez que no tiene consecuencias por su comportamiento.
  2. La persona agredida (víctima o persona blanco) deja de tener confianza en que los adultos pueden ayudarla a desactivar esta dinámica.

En la adolescencia, así como entre las NIÑAS (desde aprox 4º de primaria), es común que él o la bully sea parte del grupo de amigas o amigos, o se haga pasar como amiga/o de quien que busca agredir, es parte de su manipulación.

 No es raro que parezca que la pasan bien y que ante los ojos de cualquier persona parezca una sana amistad hasta que empiezan los ataques que llevan pueden llevar a un profundo dolor emocional. Generalmente lo harán con comentarios disfrazados de bromas o camuflajeados como cumplidos, pero sin importar la frase que se dijo, están cargados de negativismo o crítica. Son comentarios que duelen, molestan, que quien los recibe sabe que fue hecho con la intención de lastimar al mismo tiempo que se siente incapaz de contestar en ese momento por la sorpresa y confusión que puede llegar a causarle.

El bully es incapaz de sentir empatía, puede dar la impresión de que la tiene, pero solamente muestra simpatía por aquellos que piensan y sienten como él o ella. Además, son profundamente inseguros y tanto su inseguridad como los celos y la envidia desatan la agresión. Con esta agresión lo que busca el bully es sentirse mejor consigo mismo, requiere aplastar al otro para sentirse superior.

A diferencia de los niños, en los adolescentes, las personas que son objeto de agresión de los bullies no necesariamente tienen baja autoestima o tienen alguna característica que los hace diferentes a los otros chavos.

En esta etapa, los agredidos pueden ser: adolescentes con baja o alta autoestima, adolescentes “complacientes”, cualquiera por quien el bully sienta celos o envidia, adolescentes amables y queridos por otros, etc. Por ejemplo, el bully puede sentir envidia por las calificaciones de la otra persona, por el tipo de familia que tiene, por la posición económica, por lo sociable que es, por lo talentoso que es, porque quisiera que el mejor amigo de esa persona fuera su mejor amigo. Puede también hacerle bullying a alguien que sabe poner límites, a cualquier adolescente que no desea comportarse como él o ella sino mantenerse fiel a sí mismo y a sus valores. Cuando un bully agrede repetidamente a un adolescente con alta autoestima pueden pasar dos cosas:

  1. El adolescente agredido no se siente víctima sino persona blanco, pues no percibe un desbalance en el poder entre ambos y se siente capaz de poder parar esta dinámica ya sea por sí mismo o con ayuda de algún adulto.
  2. El adolescente agredido por más que lo intente no puede parar la situación, no encuentra apoyo de algún adulto para detenerlo a tiempo y poco a poco va creyendo lo que le dicen, se va sintiendo inferior, lo que irá provocándole diferentes inseguridades y disminuyendo su autoestima.

El grupo de amigos tiene un papel fundamental en la vida de los adolescentes. Está comprobado que el cerebro de los adolescentes reacciona ante la exclusión social con la misma intensidad y con los mismos circuitos con los que reacciona cuando se sienten en peligro de muerte. De ahí que, para ellos, casi cualquier cosa es mejor que quedarse solos.

Esto provoca varias cosas:

  1. Toleran conductas que los lastiman con tal de no perder al grupo.
  2. Apoyan al bully pues de no hacerlo pueden ser ellos los siguientes en ser excluidos o agredidos.
  3. Aunque no estén en el mismo grupo de amigos que el bully no desean reportar o parar el bullying, pues de esta forma evitan ser ellos los siguientes en ser atacados.
  4. Como el grupo de amigos no dice nada para parar al agresor, éste piensa que su conducta es normal, pues carece de la capacidad de introspección y tener un grupo de seguidores diluye su responsabilidad ya que puede decirse a sí mismo y a los demás que no es el único que molesta, sino que son todos los del grupo.

Independientemente de si la persona agredida tiene alta o baja autoestima su conducta va a cambiar, sobre todo si el agresor -como es lo más común entre adolescentes- pertenece al mismo grupo de amigos. En casa podemos verlos más irritables, frustrados, callados, ensimismados -pues en su cabeza están buscando constantemente la forma de modificar la dinámica, de pararla, de comprender lo que hicieron mal o la razón por la que viven esta agresión. Podemos verlos tristes o ansiosos; puede ser que duerman más o por el contrario que tengan insomnio. Puede ser que ya no deseen ir al colegio o salir con sus amigos; que no quieran invitar a nadie a casa, que dejen de hacer cosas que les interesaban. En el peor de los casos van deprimiéndose, muchos de ellos tratan de ocultarle a sus padres tanto el bullying que están sufriendo como la depresión pues piensan que nadie puede ayudarlos e incluso que si sus padres intervienen las cosas se pondrían peor para ellos.

Por su parte, la depresión provoca pensamientos distorsionados y junto con la ya baja autoestima -que, si en un principio no tenían, ahora ya tienen- se dicen a ellos mismos cosas como “esto no tiene ninguna solución”, “hay algo muy malo en mi”, “simplemente no puedo seguir viviendo así”, “si mis papás supieran todo esto se decepcionarían”, etc., lo que lleva a algunos a intentar suicidarse, o efectivamente lograrlo. Son más las adolescentes mujeres que intentan suicidarse cada año que adolescentes varones, sin embargo, la cantidad de hombres que logran el suicidio es mayor que las mujeres.

Para desarticular la dinámica del bullying en esta etapa el adolescente necesita entender las características del bully. Pues a ningún adolescente le gusta ser chismoso, y la experiencia les dice que si los papás se involucran o le cuentan a un profesor las cosas se pondrán peor.

Como papás nos toca, antes que nada, creerles lo que están viviendo y validarlos. Escucharlos, estar atrás de ellos, darles confianza en que pueden salir de esa dinámica, ayudarles a desmenuzar la situación e identificar las características de su agresor, analizar si ellos pueden estar haciendo algo que incremente la agresión; preguntarles qué quieren hacer, cómo quieren manejar las cosas y qué necesitan de nosotros. Debemos decirles que confiamos en sus intentos por salir de la circunstancia en la que están envueltos, pero que si las cosas se ponen peor y necesitan una mayor intervención ahí estaremos para actuar pero que si su vida o integridad física corre peligro nos meteremos como adultos a resolver las cosas.

Definitivamente no necesitan ni sermones, ni que les digamos que el bullying siempre ha existido, que así vivimos y no nos pasó nada. Tampoco necesitan que les digamos con toda seguridad que son ellos los del problema, necesitamos escucharlos y hacer preguntas, no juzgar. No necesitan que tomemos el teléfono y llamemos a la mamá del bully; ni saltarnos lo que ellos quieren que hagamos, correr al colegio, y mucho menos agredir a su agresor. Todo esto manda mensajes erróneos a nuestro adolescente, lo alejará de nosotros y con justa razón decidirá no contarnos nada, poniéndolo en un mayor peligro pues si las cosas llegan a un punto en donde efectivamente necesita de un adulto, no buscará ayuda y los resultados pueden ser fatales.

Es muy importante entender que el bullying no se detiene con agresión, por el contrario, esto lo que provoca es que el bully se ponga más agresivo y las circunstancias escalen. No hay recetas mágicas para detener a un adolescente agresor, sin embargo, entre las sugerencias para hacerlo están[i]:

  1. Mostrarle a la víctima que el agresor es una persona insegura que disfraza su inseguridad con narcisismo, que tiene celos de las personas a quienes agrede y lo demuestra en sus comentarios. Esto puede ser difícil de comprender para la víctima, pero es necesario que lo sepa.
  2. Tratar de descifrar qué de la víctima le causa envidia o celos.
  3. Confrontar al bully sin gritar y sin contraatacarlo pues esto resultará en aumento de la violencia.
  4. Confrontarlo con ingenio, inteligencia, calma y valor (no desde la emoción del enojo) utilizando aquello que se descubrió como motivo de envidia o celos.
  5. La confrontación debe ser corta y en tono calmado. No se deben dar más explicaciones ni tampoco tratar de suavizar el comentario como si le tuviera miedo. Un error común es tratar de razonar con un bully pues son incapaces de sentir empatía por lo que siente la víctima y si se le contradice volverá a atacar pues siempre quiere tener la razón.
  6. Es importante ser asertivo en el comentario y en el tono con el que se dice. 
  7. Una vez hecho el comentario cambiar lo que se estaba haciendo o de conversación como si nada hubiera pasado.
  8. El agresor se enojará y buscará pelear. Lo ideal es moverse de lugar o si hay alguien más cerca buscar a alguien más con quien hablar.
  9. Si se confronta al bully de forma privada lo mejor es hacerlo en un lugar en donde la víctima se sienta seguro después de hacerlo.
  10. Es normal que el agresor siga a la víctima, le envíe mensajes, le haga llamadas para continuar con el drama de la situación y buscar recuperar el control. No hay que permitirlo, se le puede decir que hablaran luego o ignorar este tipo de acciones.

Todo esto provocará que el bully se enoje y busque hacer alguna de las siguientes cosas:

  1. Hablar mal de la víctima con sus amigos para ponerlos en su contra y excluirlo.
  2. Tratar de enganchar a la víctima en el mismo drama y buscar sacarlo de quicio para que no pueda seguir respondiendo de forma calmada, sino que se involucre emocionalmente en la situación y reaccione inadecuadamente, lo que le devolverá el poder al agresor sobre su víctima y le dará la razón.
  3. Tratar de ser amable engañando a su víctima para que vuelva a confiar en él o ella y seguir con la agresión. Incluso puede llegar a ponerse en el lugar de víctima para buscar la empatía y así enganchar de nuevo a la víctima. Pues el bully necesita tener a quien hacer menos para sentirse mejor con él o ella misma y dejar de sentir lo que tanto le duele.

 Ante esto lo que requiere la víctima una vez que lo confrontó es no caer en el engaño y mantener distancia emocional. Es decir, no hablar nada personal ni darle información al agresor, no hacerle cumplidos ni tratar de caerle bien, mucho menos compartir sus inseguridades, ilusiones, deseos, gustos, etc., pues cualquier cosa personal que sepa el bully lo podrá usar en su contra. Una vez hecho todo lo anterior, lo más conveniente es ignorar todas las llamadas de atención y conductas que hace el agresor para ser visto.

Si nada de lo anterior funciona para detener la situación es importante que los adolescentes puedan recurrir a adultos confiables que sepan manejar el bullying en esta etapa, que les crean y que no los expongan a represalias por parte de su agresor. Si no se cuenta con el apoyo del colegio o de los adultos a cargo del agresor para parar las cosas entonces es conveniente plantear la posibilidad de un cambio de escuela y poner no sólo distancia emocional sino también física.

Por otra parte, el bully puede dejar de serlo con ayuda de adultos que vean más allá de sus acciones destructivas y agresivas. Que comprendan que vive con un enorme dolor, por lo que la gran pregunta si se le quiere ayudar es ¿Qué te duele? Encontrar la causa de su sufrimiento y darle herramientas para canalizarlo de mejor forma, para vivir de una mejor manera y acompañarlo a sanar y madurar; ser empático, validarlo, acompañarlo, sostenerlo y guiarlo es lo que necesita para cambiar su forma de relacionarse con otras personas, poderse ver a sí mismo y dejar de necesitar aplastar a otros para disminuir su dolor o sentirse mejor con él mismo. Por lo que se recomienda que asista a terapia.

MARY CARMEN CERVANTES

Mayo, 2022

[i] Leonard, E & Faktorovich, A. (2014). The Battle against Juvenile Bullying: The Plague of Child and Teen Bullying in the Schools and How to Stop It. Anaphora Literary Press. USA. p.9

[II] Ibdem

[III] Por persona blanco se entiende en esta dinámica a aquella que, a diferencia de la víctima, no se siente en desventaja frente al bully, no siente un desbalance en el poder, pues su seguridad y autoestima son altas. Los ataques del bully van dirigidos a ella, pero no se asume o siente como víctima.

[IV] Ibdem





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