Con cuantas creencias crecí a lo largo de mi vida, que no me cuestioné, que las di por hecho porque fue lo que aprendí en mi casa, en la escuela o con amigos cercanos; nunca tuve la intención de preguntarme si era cierto o no.
Hasta hace poco me di cuenta que viví engañada; siempre había pensado que las personas grandes, robustas, corpulentas o gordas, como las quieras llamar, no estaban sanas. Y claro, es que es algo que nos metieron en la cabeza desde que éramos chicos. “No comas mucha azúcar que te va a dar diabetes”, “Con esa panza seguro que le va a dar un infarto”, “Esta así porque come todo el día”, y me podría seguir con muchas frases más. Formas despectivas para referirnos al que no es delgado, críticas hacia su cuerpo, opinando de lo que ponen en su plato, asegurando que tienen malos hábitos. Y todo esto no dejan de ser suposiciones, juicios frente a lo que nuestros ojos suponen que ven.
Doy gracias a que con el paso del tiempo mi inquietud me llevo a ver más allá, a saber más, a buscar, a investigar, y darme cuenta de que estás creencias no son ciertas.

¿Qué es salud en todas las tallas?
HAES (health at every size), es una organización que se forma a finales de los 80´s principios de los 90. Y nos explica que la salud no se mide por el tamaño de una persona, sino por otros aspectos.
Tenemos la concepción de que la gente gorda no está sana, y de la misma forma damos por hecho que una persona delgada si lo es. Nos dejamos llevar por lo que vemos. Pero ¿qué hay de fondo?
Nos basamos en el peso, en las medidas, en el porcentaje de grasa, el famoso IMC, que por cierto fue inventado en el siglo XIX por un belga, Lambert Adolphe Jacques Quetelet, que fue astrólogo, matemático, estadístico, pero nunca fue médico. Y además el IMC fue diseñado para hombres blancos europeos.
No podemos generalizar, en el mundo hay diferentes géneros de personas, culturas y etnias. No podemos pretender que todos debemos tener el mismo porcentaje de grasa, como si pudiera haber una perfección mundial, todos pesando y midiendo lo mismo. Hay un sinfín de factores para poder entender la fisiología de las personas. Como lo son los factores biológicos, genéticos, su comportamiento individual, las circunstancias sociales en donde se desenvuelve, si tienen o no servicios de salud, y el ambiente en el que viven.

Debemos de entender que cada uno vive distintas circunstancias, no todo es como ahora lo dicen; come sano, ten buenos hábitos, haz ejercicio, somos lo que comemos, y para que mencionar la cantidad de dietas, métodos y diferentes creencias que existen para llegar a tener un cuerpo delgado. Porque claro, es lo que “tenemos que y debemos ser.” Todo es moda, la industria de las dietas gana millones y millones de pesos diariamente. Cada día sale una nueva dieta que es mejor que la otra. La dieta Keto, la Atkins, la de los puntos, la de comer proteína, cero carbohidratos, el jugo de apio, el vinagre de manzana, el ayuno intermitente, la dieta de la grasa, creo que podría llenar hojas enteras de los diferentes métodos y dietas que existen. Además, creer que toda dolencia o enfermedad está relacionada al peso. Si alguien llega con dolor de espalda, el doctor le sugiere perder peso, si acude por dolor de estómago, también le sugiere perder peso, si tiene problemas de corazón, también se le sugiere perder peso, entonces que pasa con la gente delgada, ¿ellos no se enferman?
Se habla mucho de que hay que estar sanos, comer sano. Pero ¿qué es estar sano?
Me ha tocado conocer personas sumamente obsesionadas por su cuerpo, por su estilo de vida, por su apariencia, por hacer el ejercicio indicado para poder quemar las calorías requeridas, ya no sé si lo hacen desde el gozo o desde la obligación. Entonces hablando de salud, vivir obsesionado, en la rigidez total, sin poder disfrutar de una comida que te ofrecen porque es algo que NO te permites probar, pensando en lo que vas a comer todo el día, obsesionado por ver postres en tu teléfono o viéndolos y oliéndolos desde un aparador porque sabes que son imposibles de comer. ¿Eso es estar sano? El estrés que genera este estilo de vida es mucho más perjudicial que estar fuera de los estándares correspondientes.

Hace poco una niña de 13 años me dijo: “el pan es malo”, en ese momento me cae el veinte de que realmente estamos haciendo algo muy mal, como padres de familia, como sociedad.
Ojalá la preocupación de una niña o niño no sea que comieron algo “malo”, “mucha azúcar”, “que tienen que compensar”, “reponer el daño que hicieron”. Cada vez hay más trastornos relacionados a la alimentación, a las adicciones. Los números crecen a una velocidad que da miedo, pero lo peor de todo es que no hacemos nada, seguimos juzgando y tratando de alcanzar algo que no deberíamos de buscar, porque lo que tenemos en nosotros está bien, ¿por qué no querernos tal y como somos? Es como vivir en una competencia de quien pesa menos, quien hace más ejercicio, quien está más horas sin romper el ayuno. Y lo peor de todo es que lo aplaudimos, como si fuera algo bueno, como si esas personas estuvieran bien y todas las demás mal.

Lo importante de todo esto es que, SI existe otra ventana de posibilidad, otra forma de vida, salud en todas las tallas es para todos y todas; es comer sin restricciones, comer cuando tu cuerpo tenga hambre, comer disfrutando.
Ojalá enseñáramos a nuestros hijos a disfrutar de la vida, a jugar más, a aprender cosas nuevas, tocar un instrumento, a cómo ser auténticos, empáticos, el valor de poder disfrutar de una comida en familia, disfrutar la famosa receta de la abuela, hay que fomentar el respeto por uno mismo y hacía los otros.

Definitivamente tenemos que acabar con la cultura de las dietas, dejar de satanizar alimentos, de aplaudir los cuerpos delgados, de decir que hay alimentos buenos y malos. Porque como dicen, los únicos alimentos malos son los que están echados a perder, los que te causan alergia y los que no te gustan. Mejor hay que empezar a ver el cuerpo por lo que realmente es, y por sus funciones. Nos permite estar vivos, disfrutar de buenos paseos, de convivir con otras personas, de amar, cargar a nuestros hijos, alimentarlos. Hay que enseñar a los niños a tener una relación armoniosa con su cuerpo, y para eso lo más importante es nosotros tener una relación armoniosa con el nuestro.
Dejemos de exigir cuerpos delgados. Somos más que un cuerpo, enfoquémonos en lo que realmente importa, en el SER de la persona.
En De mamás a mamás queremos acompañarte en este nuevo camino de ver la vida, de respetarnos y de respetar a los otros, de poder vivir de una manera plena y disfrutando. Es momento de cambiarnos el chip y empezar a conocer otra realidad, una que es mucho más compasiva y gentil con nosotros y con todos los que nos rodean.
DANIELA AYMES
Junio 2022