¿Cómo afecta el consumo de alcohol en menores de edad?

Como mamá de cuatro hijos, desde que nacieron los he querido proteger de cualquier peligro que se les fuera presentando y que ellos no pudieran manejar en el momento.  Cuando empezaban a caminar los cuidaba para que no se cayeran de una escalera, que no agarraran ningún tipo de aparato peligroso o con el que se pudieran hacer daño.  Para unas cosas los cuidamos demasiado, y para otras en las que creo que sí deberíamos de estar más pendientes o tener más control, los soltamos como si ellos ya fueran capaces de tomar ciertas decisiones.

Un día cumplen catorce, quince años y les permitimos empezar a beber alcohol. Los tratamos como si de un día para otro se convirtieran en adultos.  “Con una cerveza no les va a pasar nada”, unos tragos de vino tinto porque la teoría dice; “que aprendan a tomar en la casa”, “que su primera borrachera sea con nosotros”, “es normal que tome con sus amigos, yo empecé a tomar a esa edad”, “los niños cool son los que toman”.




Me deja pensando mucho, ¿por qué permitirles hacer algo que puede dañar su vida? ¿No buscábamos protegerlos de los peligros?  Los niños aprenden de lo que ven y de lo que viven en casa. Hoy en día podemos ver el enorme problema que existe relacionado al consumo de alcohol.   

 A continuación, les voy a explicar por qué es tan perjudicial que los menores de edad beban, los efectos que tienen en su organismo, en su cerebro, y lo que les puede ocasionar a largo plazo.    

El alcohol como muchas otras drogas, es una sustancia psicoactiva, la consumen para modificar su comportamiento. Es una droga legal, como lo es también el tabaco. Tiene un papel muy importante en nuestra sociedad, y a nivel cultural.

Modifica la relación con la realidad. Cuando se consume, el circuito de placer de recompensa se enciende y lo que busca como lo dice su nombre, es el placer, pasarla bien. Si este circuito se encuentra apagado es cuando podemos sentirnos deprimidos. Se prende cuando encontramos algo placentero, es entonces que la dopamina se bloquea, y suben las endorfinas, éstas se generan dentro del cerebro, mente, cuerpo, y crean placer, relajación, tranquilidad y anestesia. Hay drogas que relajan, otras que activan, pero todas entran sobre este circuito.

Si empiezan a tomar alcohol, su circuito placentero lo detectará, se sentirán bien y es por eso por lo que van a seguir consumiendo.  El circuito aprende, lo registra y querrá seguir buscándolo. Cuando el circuito se adapta completamente a este químico, es como se llega a caer en una adicción.


Al beber actúan tres fases, 1. excitatorio, 2. inhibitorio y 3. Depresivo, tarda 2 min en que se detecte su presencia en la sangre, recorre rápidamente a través del torrente sanguíneo. Una copa de alcohol tarda en salir de nuestro organismo una hora y media.   

El trastorno por consumo de alcohol es un trastorno recurrente, no se puede dejar de consumir, a pesar de las consecuencias negativas que puede conllevar. Afecta el área social, laboral y de la salud, pueden variar de leve a grave.

 

¿Qué efecto tiene el alcohol en el cerebro de un adolescente?

Cuando los adolescentes beben, les afecta el cerebro en el corto y largo plazo. La bebida repetida y continua trae consigo ciertas repercusiones en su cerebro ya que está en pleno crecimiento y desarrollo.   

Consecuencias a corto plazo:

-        Afecta la coordinación y movimiento

-        Pueden tener comportamiento inapropiado y peligroso

-        Tienen mayor riesgo a tener cualquier tipo de accidente, incluso la muerte.  Ya sea por una caída, accidente automovilístico, ahogamiento o suicidio.

-        Su juicio se ve afectado

-        Hay mayor indicio de tener conductas agresivas o violentas

-        No reconocen cuando puede haber algún tipo de peligro.

-        Pueden tener conductas sexuales riesgosas, ya sean infecciones de transmisión sexual, embarazo no deseado o agresión sexual y violación.

-        Tienden a tener un mal rendimiento en la escuela y sus comportamientos pueden meterlos en problemas.

 


Consecuencias a largo plazo:

-        Debido a que su cerebro no ha terminado de madurar hay muchos estudios que hablan sobre el riesgo de que la bebida interfiera con su desarrollo y afecte de manera negativa en su aprendizaje, memoria, pensamiento y el manejo para recibir y procesar información.

-        Corren el riesgo de tener un trastorno por consumo de alcohol en el futuro.

Hay investigaciones que muestran que comenzar a beber antes de los quince años tienen cuatro veces más probabilidad de tener una dependencia al alcohol.

Es la apertura para experimentar con otras sustancias psicoactivas.

El consumo de alcohol en menores es una de las primeras causas de muerte, debido a la gran cantidad de peligros que esto conlleva.

 

El cerebro se termina por desarrollar entre veintitrés o veinticuatro años, la parte frontal del cerebro llamada corteza prefrontal es una de las últimas regiones en madurar. Esta área es la que se encarga de ciertas habilidades como; el control de impulsos, toma de decisiones, planear, tener prioridades.

 

Debido a que esta parte del cerebro se sigue desarrollando, los adolescentes tienen más probabilidad a tener un comportamiento arriesgado.

 

El cerebro en un adolescente está listo para cambiar, aprender y adaptarse a su entorno, debido a que tiene mucha plasticidad.  Muchos trastornos mentales surgen en esta etapa, debido a todos los cambios físicos, sociales y emocionales que enfrentan en esa edad.  Están mucho más vulnerables a responder frente al estrés de manera diferente, lo que les puede ocasionar caer en un trastorno de ansiedad y depresión.

 

Al estar pasando por un momento difícil, muchos de ellos buscan sentirse “bien”, pertenecer a un grupo de amigos y el alcohol les puede proporcionar ese sentimiento de bienestar, paz, diversión que tanto buscan. El problema es que se los da por un muy corto tiempo. Es por eso, su consumo se puede volver excesivo o suelen tener mucha más probabilidad de empezar a probar con alguna otra droga psicoactiva.  

 

“Muchos jóvenes tienen fácil acceso al alcohol. En 2019, entre los jóvenes de doce a catorce años que informaron que consumieron alcohol durante el mes anterior, el 96.5% informó que lo consiguieron gratis la última vez que bebieron. En muchos casos, los adolescentes tienen acceso al alcohol a través de familiares o lo encuentran en su hogar.” [1] 

 

La prevención es sumamente importante, hay varios factores de los que tenemos que estar pendientes, por ejemplo; la genética, el entorno familiar, social y el ambiental. Es indispensable estar pendientes de nuestros hijos, conocer a sus amigos, saber qué lugares frecuentan, y tener ciertas reglas y normas con ellos.

La apertura que tengamos para poder dialogar con los jóvenes es sumamente importante, que sepan que no es necesario beber para poderse divertir. La escuela necesita involucrarse más en estos temas, enseñarles todas las repercusiones que tiene si se consume a una edad temprana.  



Hacerles ver que puedan dejar a un lado la presión social. Es conveniente desarrollar habilidades socioemocionales, que tengan motivaciones y ciertas herramientas para evitar el consumo del alcohol.

 

 

En de mamás a mamás hablamos de la importancia que es el ejemplo que les damos a nuestros hijos, aprenden de lo que ven en casa y de nuestro comportamiento.  Habla con ellos, que entiendan los peligros que existen al consumir alcohol siendo menores de edad.  Y nosotros como padres hay que fijar reglas y normas para protegerlos, no darles de beber a menores en nuestras casas, porque es perjudicial para ellos y además es un delito. Juntos podemos hacer una diferencia para estas generaciones que están creciendo. Evitar más adicciones, accidentes y muertes por el consumo inapropiado de alcohol.



Daniela Aymes

Julio 2022


Bibliografía:

·       NIDA El alcohol https://teens.drugabuse.gov.alcohol abril 10, 2022

·       Manual sobre programas de prevención del uso indebido de drogas con participación de los jóvenes. https://www.unodc.org  Publicado por la oficina de las naciones unidas de fiscalización de drogas y de prevención del delito. New York

2002

Daniela Aymes